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Postulantado


La formación tiene por finalidad poner al alcance de las personas llamadas a la vida Consagrada, las condiciones favorables para verificar este llamado, prepararse a responder con libertad, y después comprometerse resueltamente en el seguimiento de Cristo, consagrando su vida totalmente a El, comprometiéndose a una formación permanente .

Las candidatas para ser admitidas, deben haber seguido un proceso de acompañamiento serio con la promotora u orientadora vocacional; tener como edad mínima 17 años, buena salud física y psíquica, juicio sano y madurez humana, experiencia de vida cristiana, suficientes aptitudes para vivir en fraternidad y un deseo real de vida Consagrada; además debe estar dispuesta a participar en la misión específica del Instituto y poseer las cualidades deseadas para Consagrarse.

Prenoviciado


Brindamos ayuda a las formandas para que ellas mismas se sientan llamadas a asumir la plena responsabilidad de la propia elección, a fin de que se suscite y promueva su libre entrega y estén aptas para emprender las tareas correspondientes al espíritu del Instituto.

Noviciado


Con el Noviciado la candidata inicia su vida en el Instituto, núcleo vital del proceso de formación, tiene como finalidad que la novicia conozca plenamente la vocación Divina y la exigencia esencial de la Vida Consagrada según nuestro Carisma, se ejercite en la práctica de los consejos evangélicos que un día ha de profesar, se forme para la convivencia fraterna y se prepare progresivamente para la misión del Instituto, aprendiendo a vivir en intima unión con Dios, de la que ha de proceder toda acción apostólica.

Profundizacion


Por nuestra vida según el evangelio y nuestra fe activa en la misión, nos convertimos en signos para las jóvenes, promoviendo la orientación y el despertar de las vocaciones, haciéndoles conocer las necesidades de la Iglesia y del mundo, invitándoles a dar una respuesta generosa. Alimentadas copiosamente por la Palabra de Dios que han de anunciar, meditan asiduamente en el misterio de la Salvación e inquiriendo las necesidades del mundo a las que la Iglesia debe atender y que han de encontrar resonancia en su propio corazón; en unión con las hermanas y a la luz de esta Palabra tratamos de buscarles una respuesta Salvadora.

Juniorado


Por nuestra profesión religiosa, las hermanas contraemos con voto público el deber de observar los consejos evangélicos de obediencia, pobreza y castidad según las Constituciones, y quedamos consagradas a Dios mediante el ministerio de la Iglesia e incorporadas a nuestro Instituto..

Integracion


Enriquecidas por la misma vocación, para poder responder mejor a sus exigencias y fomentar la necesaria fraternidad, las Hermanas Cooperadoras nos organizamos en Comunidades locales, formando como “pequeños cenáculos de apóstoles” que gozan de la presencia del Señor Resucitado y que perseveran en oración con María la Madre de Jesús . Alimentamos nuestro Espíritu Misionero con la escucha y la asidua meditación de la Palabra de Dios, la contemplación del misterio Pascual de Cristo, la participación diaria en el sacramento de la Eucaristía, centro y cumbre de toda nuestra vida, acercándonos con frecuencia al Sacramento de la Reconciliación, imitando y amando a María Cooperadora en la misión Salvífica de su Hijo. Nos sentimos fuertemente interpeladas por el misterio de nuestro Señor Jesucristo, “El cual siendo rico se hizo pobre” y “se anonadó así mismo” “haciéndose servidor de todos” ; por eso nos comprometemos a vivir nuestra vocación de Cooperadoras Parroquiales, con un estilo austero de vida, eligiendo la pobreza personal y comunitaria, manifestando así nuestra solidaridad con los desposeídos que son los primeros destinatarios de nuestro apostolado.

Formación


Llevamos en el corazón la invitación de Jesús “El mayor entre ustedes sea como el menor y el que manda como el que sirve” y teniendo entonces a Francisco, Santa Clara y Padre José Aurelio como modelos, nos esforzamos en asumir y vivir con alegría cristiana las múltiples consecuencias de la minoridad, presentándonos personal y comunitariamente como pequeñas siervas de Dios en beneficio de nuestras Hermanas y hermanos, prefiriendo siempre lo que no conlleva honores y privilegios. La vivencia sincera de la minoridad, coopera grandemente para que en nuestras comunidades apostólicas tengamos todas “un solo corazón y una sola alma” teniéndolo todo en común “compartiendo el mismo pan con alegría y sencillez de corazón” De este modo cada una estamos llamadas a experimentar la verdad de cuanto nos dice el Señor “Vean cuan bueno y agradable es convivir juntos los hermanos” De estas fraternidades brota una extraordinaria fuerza apostólica.

Fraternidad


Concretizamos nuestra entrega mediante el apostolado activo en las Parroquias, que consiste en la “catequización domiciliar, equipadas de celo y amor a Dios en busca de la Salvación de las almas”. Siendo este, un fin primario legado por nuestro fundador y como fin segundario, pastoral de caridad. En fidelidad a nuestra común vocación, nos sentimos hermanas de toda la humanidad, especialmente de los mas necesitados poniendo a su disposición todos los talentos y dones que Dios nos ha concedido y viviendo en oración, minoridad y penitencia con ánimo alegre y en actitud permanente de conversión, alimentando nuestro espíritu con la contemplación de la sagrada pasión, muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, un tierno amor a María nuestra Madre y un descubrimiento de la presencia de Cristo en la naturaleza entera.